Desde el mismo inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio, en toda la costa se planteó la situación de los miles y miles de propietarios no residentes, es decir, las personas que tienen una segunda vivienda en alguna de las localidades de la costa y viajan habitualmente durante todo el año.

Cuando le medida parecía extenderse durante 30 o 45 días, el planteo básico era de personas que pretendían instalarse en su segunda propiedad, haciendo cuarentena o con la condición que fuera, pero en este caso primó la cuestión sanitaria, tanto por el traslado del virus como por la imposibilidad de instrumentar controles si una multitud de no residentes decidía viajar hacia la costa para instalarse.

Sin embargo, el problema de las propiedades desatendidas fue creciendo con los meses y ya es acuciante. Si bien muchos propietarios tienen algún encargado, sea contratado o como favor familiar o de amistad, o cuentan con algún administrador, jardinero, etc., son miles y miles los dueños que al viajar habitualmente durante todo el año atendían en forma personal tanto el mantenimiento como el pago de cuentas, la limpieza, etc., de propiedades o pequeños edificios, que están solos hace meses.

El problema no es solo la limpieza, el corte de pasto o el pago de cuentas, sino que muchas casas estaban en pleno uso, y quedaron inclusive como comida en la heladera o sin la preparación para el invierno. Otro punto importante es la seguridad, ya que cientos de viviendas han sido atacadas por ladrones, y en general se realizan arreglos "de emergencia", esperando que sus dueños puedan concurrir, y la situación se extiende en el tiempo. Tampoco se pueden radicar las denuncias pertinentes, en muchos casos necesarias para los reclamos de seguros.

Varios grupos de propietarios, no solo en Gesell sino en toda la costa, se están nucleando para exigir alguna solución; poder ingresar haciendo cuarentena, permisos por 24 o 48 horas, o la facilidad de algún tipo para poder atender sus viviendas.