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El Fundador TV
Bonnie Favelis, la reconocida poeta geselina, fue nombrada hace pocos días becaria del Fondo Nacional de las Artes. Con este motivo, aprovechamos para recorrer su trayectoria artística y su vida en Villa Gesell.
“Mi infancia la recuerdo después de los cuatro años”, cuenta Bonnie. “Porque antes era una cosa, y después cambió todo. Las cosas, indudablemente, cambian. La vida cambia, los sueños cambian, constantemente. Todo el tiempo tenemos situaciones nuevas, que hacen que a veces no sepamos como resolver. Creo que desde pequeña tuve que aprender a resolver… ¿Y ahora que hago? ¿Cómo hago para seguir viviendo sin decir nunca más papá? Porque papá era todo, el llegaba del campo, y daba vueltas conmigo a upa alrededor del aljibe, estaban las cornetas naranjas, todo era iluminación. Pero aquel día triste, en que se cayó, ya nada fue igual. El orden se había terminado.”
La muerte de su padre marcó la vida de su familia. “Después de eso fueron mudanzas, mi madre tenía ocho hermanas y dos hermanos, eran diez, así que viajé durante muchos años por todas las hermanas de mamá. En cada ciudad iba al colegio, mamá no tenía mucha disponibilidad, así que yo usaba la ropa de todas mis primas… Y eso es pesado para una mujer! En mi adolescencia también tuve dificultades, para los quince mi mamá me dijo; “el vestido o la fiesta”, y yo no entendí. ¡No entendí como podía ser una cosa así! Tenían que ser las dos cosas, y la torta también, y las figuritas de brillantes, y jugar a la tapadita…”
El arte estuvo presente en la vida de Bonnie desde el principio. “El arte fue apareciendo por poder sentir… Si sentís, vas a ser artista. En cada casa donde viví había un piano, en el norte, en el sur, en La Pampa, en Carlos Casares, en Tapalqué, en Las Flores, en cada casa donde estaban las hermanas de mami. También en la casa de una tía, que vivía en Buenos Aires en una especie de conventillo, algo que yo no conocía, ¡Y me encantó! Siempre quería ir.”
Bonnie nos cuenta cómo llegó a Villa Gesell. “Un tío mío estaba enfermo. Estaba en el Hospital Alemán, donde también estaba Don Carlos Gesell… Vinimos a vender las remeras pintadas a mano de mi esposo, el era pintor de cuadros, pero bueno, eran épocas económicas difíciles, así que el pintaba remeras y yo las vendía. Recorriendo la playa… Me encantó. Ya había venido a Valeria del Mar, a los campamentos. Siempre el mar…”
En la sección de archivo, recordamos el paso de Bonnie como periodista. En 1994 comenzó a escribir en el semanario, en especial sobre cultura pero abordando cualquier tema. Rescatamos en particular una columna titulada “Sobre coimas no hay nada escrito”, donde relata una anécdota sobre Don Carlos. Había llegado un italiano que fumaba constantemente, interesado en comprar un lote, y Don Carlos, tras soportar un rato el humo, le dijo; “mire señor, si usted deja de fumar se puede comprar el terreno ahora mismo. A dos pesos por día, en treinta días tendrá 65 pesos, que al año serán 780 pesos, que en 48 meses serán 3120 pesos, justo lo que le costaría esta manzana, pero si usted construye yo le voy a descontar 1600 pesos, así que me parece que le conviene dejar de fumar.” El hombre apagó el “pucho” inmediatamente, y en la nota, en el año 94, los hijos del hombre recordaban con mucha emoción la anécdota.”
Un acontecimiento clave en la vida de Bonnie fue el gran incendio que sufrió el Bell Motel. “El libro Sobrevivir es el segundo libro mío, porque el primero se quemó en el incendio. A los dos años de venir aquí, compramos, ya que mi tío estaba enfermo y mis primos querían vender, y con mi marido lo compramos. Con ayuda de la familia, amigos, vendimos la casa que teníamos en Buenos Aires y lo compramos, y Alberto me lo regaló para mi cumpleaños, el era así siempre, si yo quería una estrella, me la bajaba. Teníamos muchos amigos que hacían arte, que venían acá… Cuando sucede el incendio, yo estaba en Buenos Aires, justamente para ver una obra, una ópera, en la que justo había un incendio, y mientras yo veía la obra, donde se quemaba todo, se estaba quemando mi casa. Todos los vecinos se ocuparon de que no me enterara hasta llegar. Cuando llegué, me llevaron directamente a la casa de la familia Portas, ahí no entendí nada, perdí la razón, no recuerdo mucho, realmente enloquecí… Me faltaba todo.”
Bonnie remarca la enorme solidaridad de los vecinos. “Estábamos mal, los chicos, yo, pero la solidaridad me marcó, me hizo más solidario de lo que yo era, desde aquel día yo hago todo por los demás.”
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