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Historias de Villa Gesell
Ricardo Roux es un reconocido artista plástico,
pionero de Villa Gesell y gran protagonista en la Gesell de los 60 y los 70.
“Comencé a pintar extrañando Villa Gesell”, explica Ricardo. “Mi familia vino en el año ´47, yo tenía dos años. Hice toda mi infancia acá, pero en 1957 mi hermano comenzaba el secundario, me tocaba a mi el otro año, así que nos mudamos a Buenos Aires, durante los inviernos, en el verano mi papá seguía teniendo el hotel. Así que nos instalamos en Buenos Aires, que para mi fue durísimo. Vivíamos a dos cuadras del Parque Rivadavia, y para mi era como jugar en una maceta. Extrañaba tirar flechas, tirar piedras, tenía que estar con zapatos todo el día… era una lucha. Por suerte descubrí el dibujo, y me enganché. En primer año del secundario mi compañero me invitó a un concurso de manchas, y lo gané. Ahí dije esto es para mí… Hasta ese momento, con mi relación con Gesell y con el mar, yo quería ser marino, quería cruzar el océano. Me iba bárbaro, me anotaba en todos los concursos y ganaba siempre, me compré el primer pantalón largo, el muñequito articulado, la paleta de pintor, todo lo compré con los concursos.”
Ricardo continúa la historia de su formación. “Tuve dos profesores en el secundario, uno de dibujo, que me alentaba mucho a que trabaje, a que ponga color… Y una profesora de filosofía, en cuarto y quinto año, que me citó a su casa y me dijo: yo le digo a todos los chicos que estudien, que sigan, porque el que no estudia se queda afuera… Pero a vos te digo, por qué no dejás todo y te dedicás a pintar? Y bueno, le hice caso. Le pregunté que hacer, dónde ir, y me recomendó llevar mis trabajos al Instituto Di Tella. Fui y me recibió Samuel Paz, y me dio mucha bolilla, y entre otras cosas me dijo que yo era joven pero pintaba como un viejo. Me dijo que el arte, la cultura, estaban hechos, que fuera a ver a tal y cual. Y así empecé a ir a los talleres, a conocer a los artistas del momento, y sin trabajar con ninguno en especial me fueron abriendo la cabeza, y así fui llegando hasta acá.”
Un punto clave en la formación de Ricardo fueron las muchas situaciones que tuvieron como escenario Villa Gesell. “Muchas casualidades han tenido que ver con Gesell. Una vez el Club Defensores hizo un concurso de manchas, y yo participé con 17 años. El primer premio lo gana Diana Dowek, una reconocida artista, el segundo lo gané yo, y el tercero su novio, después marido, Alfredo Saavedra, también artista. Pero además, yo venía muchas veces en carpa y la ponía detrás de la carpa de una señora, en 6 y 106, que había trabajado con mi papá. Y un año le alquiló la casa a Felipe Noé, Machó, De la Vega, todo el grupo Nueva Figuración, que rompía el Di Tella en ese momento, y yo estaba ahí y le mostraba mis trabajos. Otro año venía a dedo y me levantó León Ferrari, que yo no lo conocía. Después me lo encontré en la calle, y le invité un café en “La Jirafa Roja”. Al año siguiente participo en mi primera muestra colectiva, y el fue con su mujer, y ella le dijo “viste que tenía cara de pintor?”… Todo siempre muy ligado a Gesell. Me acuerdo del Aire en Lata que venía 007, algo que venía de la obra de Piero Manzoni, que había hecho las latas de Mierda de Artista.”
Ricardo rescata particularmente la figura de su profesora. “Ella me pedía un cuadro por semana, e invitaba a artistas que ella conocía, y me hacía una devolución cada semana. A través de ella comencé a vincularme con el mundo del arte.”
La familia Roux fue una de las primeras en instalarse en Villa Gesell, a fines de los años 40. "Fui una infancia alucinante, llena de recuerdos, de anécdotas. No había televisión, se cortaba la luz a las ocho de la noche, no había juguetería, entonces lo nuestro era agarrar un caballo, tirar piedras, flechas... Salíamos a cazar pajaritos, nunca cazábamos nada pero salíamos. Un día nos agarró Don Carlos, y soltó a los pajaritos y nos pisoteó todas las trampas, y después pasó por todas las casas a contarle a nuestros viejos... Durísimo! También corríamos liebres, y alguien nos había dicho que como tienen las patas de adelante más cortas, si las corríamos cuesta abajo las podíamos alcanzar, entonces veníamos a los médanos a correr liebres..."
Las anécdotas de la Gesell primigenia son interminables. "En la confitería del pinar estaban de cuidadores la familia Opasky, que tenían tres hijos, dos varones de nuestra edad y una nena, y se sentían los dueños del bosque, nos tiraban con aire comprimido cuando íbamos a los médanos, hasta que un día... Atacamos la casa, con hondas y flechas incendiarias, y la mamá sacaba un repasador blanco por la ventana y gritaba "rendición, rendición!!"
A pesar de que su familia dejó la ciudad, Ricardo siempre se mantuvo geselino. "Yo seguí muy ligado a la Villa, mi papá vendió el hotel pero seguí viniendo a trabajar las temporadas, en una inmobiliaria, en un hotel, una juguetería, donde vendía unos muñequitos que inventé, hechos de tela y rellenos de mijo, de arroz... Después tuve mi propio hotel."
En los años 70, Ricardo tuvo una intensa actividad en la ciudad. Entre sus iniciativas comerciales, estuvo la sopería "Glup Glup", un insólito comercio que solo servía sopas. "Le alquile a Oscar, de alfajores A los Geselinos, un local en 106 y 3, al lado de la esquina. Sopas de verdura, de fideos, de remolacha, la pavese, la de cebolla, eran 14 o 15. No la pude inaugurar porque faltaba una habilitación, y entonces se me ocurrió poner una mesa en la vidriera, y estábamos mi mujer y yo, mi hermano y una amiga, con sombrero y delantales de cocinero, comiendo sopa, con el boliche cerrado. La Tres llena de gente!! Al otro día explotó, la que cocinaba lloraba porque no se podía estar de tanta gente, fue un éxito tremendo, durante varios años. Enseguida aparecieron copias, por supuesto, pero no eran lo mismo... La gente venía cuando cerraban las discos, Kopay, Cariño Botao, tipo tres de la mañana, y la noche era fresca, entonces se tomaban una sopa, bien cargada con pimienta, y terminaban jugando al fútbol en la playa a las cinco de la mañana."
El arte de Ricardo siempre está presente en Villa Gesell. "En los 80 tuve mi propia muestra, la inmobiliaria Genoud vació su local e hicimos una muestra. Cuando estuvo el CEMAV, arriba de Bacará, dirigido por Oscar Brocos, hice una muestra, y después en El Ventanal, que pinté el mural del frente, y ahora el mural de la nueva Casa de la Cultura."
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