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Cultura
El escritor Guillermo Saccomanno, residente en nuestra ciudad desde hace años, acaba de ganar el XXVIII Premio Alfaguara de Novela con una historia situada en la costa bonaerense hasta la que llega una extraña familia y que funcionará como catalizadora de las miserias y oscuridades del lugar. El galardón, uno de los más importantes en habla hispana, entregará a Arderá el viento 175.000 dólares, una escultura de Martín Chirino y publicará el libro el 20 de marzo.
Un jurado presidido por el escritor autor colombiano Juan Gabriel Vásquez, Premio Alfaguara de novela en 2011 por El ruido de las cosas al caer, la periodista y escritora argentina Leila Guerriero, el periodista y escritor Manuel Jabois, la directora de cine y guionista Paula Ortiz y la escritora y dueña de la madrileña librería La Mistral Andrea Stefanoni, además de Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara (con voz pero sin voto), valoró los méritos del libro.
"Los protagonistas producen el efecto de una partícula enfermiza que se introduce en los grietas de una sociedad pequeña y arrasa con su dinámica cotidiana aparentemente calma", explicaron los jurados, en la voz del colombiano Vásquez. "La pareja resulta ser un amplificador de los prejuicios, la supersticiones, los temores y la violencia larval de muchos de los habitantes del pueblo de Arderá el viento".
Vasquez expresó que la novela "es la historia de una degradación, de un descascaramiento agónico que, poco a poco, deja a la vista las miserias del cuerpo social".
En esta edición participaron 725 manuscritos, de los cuales 322 fueron remitidos desde España, 93 desde Argentina, 110 desde México, 89 desde Colombia, 38 desde Estados Unidos, 27 desde Chile, 25 desde Perú y 21 desde Uruguay.
De seres derrotados
Saccomanno saludó al jurado desde las oficinas de Random House en Buenos Aires escoltado por Juan Ignacio Boido, director local de la editorial. El autor argentino explicó que usó el seudónimo Jim como homenaje velado a la novela Lord Jim, de Joseph Conrad: "Una de mis novelas favoritas de Conrad, la historia de un joven oficial que se promete un futuro heroico y epifánico, pero fracasa y luego tiene que volver a construirse. Siempre me apasionó esta cuestión de los seres derrotados, que a veces se componen. Siempre es mucho más interesante un perdedor que un triunfador", agregó.
Saccomanno publicó, entre otros libros, Situación de peligro, Bajo bandera, Animales domésticos, El buen dolor, El pibe, y la trilogía sobre la violencia compuesta por La lengua del malón, El amor argentino y 77. Ha ganado el Premio Crisis de Narrativa Latinoamericana, el Premio Club de los XIII, el Primer Premio Municipal de Cuento, el Premio Nacional de Novela y el Premio Dashiell Hammett.
Con su novela El oficinista (2010) obtuvo el Premio Biblioteca Breve Seix Barral. Su crónica Un maestro (2011) recibió el Premio Rodolfo Walsh. La novela Cámara Gesell (2012) fue premiada con el Dashiell Hammett.
En diálogo con el jurado, Saccomanno citó a algunas de sus referencias literarias: "Están a la vista –dijo–, además de David Lynch, está William Faulkner, está Gabriel García Márquez, que en cierta forma para mí es una de las grandes marcas del siglo XX". También mencionó a Juan Carlos Onetti, a quien descubrió en la adolescencia: "Quedé fascinado con Los Adioses, quedé fascinado con El Astillero... Con esa marca de estilo que tiene que es una cruza por momentos de Faulkner con Borges. Piglia decía que la traducción que nosotros leemos de Palmeras Salvajes es un Borges Faulknerizado".
Sobre Arderá el viento, compartió que le interesaba "que las distintas secuencias de la novela estuvieran como comprimidas. Y que pasara todo al mismo tiempo, como en una pantalla dividida. No sé si lo logré, pero me pareció que la sumatoria de historias conformaba una historia. ¿Cómo narrar una comunidad? ¿Cómo narrar una comunidad que funciona y opera no solo como metáfora de las "condiciones humanas", sino del mundo en que vivimos? Porque eso puede pasar en un barrio porteño, como puede pasar en un barrio de Madrid. Está pasando alrededor nuestro todo el tiempo: la corrupción, la coima, el narco, la traición, la hipocresía, la derechización, la fascistización de una sociedad. Todo eso era material que estaba circulando ahí".
Consultado por Leila Guerriero sobre "la idea de esta especie de voz oracular del pueblo", Saccomanno explicó: "Una vez David Viñas me dijo: ‘Hay que escuchar la calle, hermanito’. Y escuchar la calle es escuchar un narrador coral, un nosotros, que no es fácil. Alguien que manejaba también este tono creo que era Miguel Briante".
El periodismo y las crónicas patagónicas
En ese sentido, Saccomanno no descarta que esa habilidad también venga del ejercicio del periodismo: "De haber escrito crónicas bastante tiempo. Yo viajé mucho por la Patagonia y publicaba las crónicas en el sumplemento Radar. Y de cada viaje de Patagonia volvía con una historia. Había historia en todos lados, en todos los pueblos, aún en los más remotos. Y siempre había crónicas", recordó.