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Derrumbe del hotel Dubrovnik
Los dos capataces y dos albañiles que habían sido detenidos minutos después del derrumbe del Hotel Dubrovnik fueron excarcelados esta mañana, con lo que la justicia solo mantiene detenidos a un arquitecto y a un contratista, ambos apresados días después, señalados con responsabilidad sobre las obras de reformas que se ejecutaban en ese edificio en vísperas del derrumbe, ocurrido el pasado martes y que provocó hasta el momento tres muertes, una persona lesionada y otras cinco a las que más de 350 rescatistas buscan y no logran encontrar entre los escombros.
El arquitecto Jorge Enrique Bonavita se negó a declarar y aparece como el más comprometido hasta el momento en esta investigación. “Todos lo vieron dando órdenes, sabía lo que estaba haciendo”, confiaron fuentes judiciales.
El otro que seguirá privado de libertad es Rubén Taquichiri, al comando de obras vinculadas a la instalación de un elevador y que podrían haber dado origen a la inestabilidad de la estructura que derivó en esta tragedia. Dio su versión y coteja con otros elementos de prueba.
Los trabajadores que estaban participando en las obras del edifcio mencionan a Bonavita como quien daba órdenes de los sectores por remodelar o reparar. E incluso lo apuntan de ser quien comunicó que no se detuvieran las obras cuando llegó una intimación desde el municipio, por falta de la correspondiente autorización.
“Me dijeron que continúe con la obra, que sigamos hasta que no venga una orden de arriba”, dice uno de los primeros, bajo juramento, y señala al profesional como quien dio el visto bueno para reanudar ese plan de trabajos observado por la comuna. También se menciona a otras dos arquitectas, por ahora sin imputación pero con prohibición de abandonar el país al igual que Antonio Juan Manuel Arcos Cortés, titular de la empresa Parada Liniers, dueña del Dubrovnik.
Fuentes judiciales confirmaron a que recuperaron la libertad Diego Alberto González y Miguel Andrés Choque, albañiles que trabajaban en esas reformas que se ejecutaban en el hotel, acostumbraban pernoctar allí y lograron salir con vida del hotel. Tuvieron suerte porque ocupaban una dependencia de servicio en el sector delantero, debajo del comedor, la unidad que no resultó impactada por el derrumbe.
Los otros dos excarcelados son padre e hijo: Celso y Sergio Paco. Eran los capataces y estaban a cargo de los obreros rotaban, según la dimensión y calidad de tareas que se realizaran. El primero comandaba y el otro se ocupaba de pagarles en un contexto de vínculo laboral informal. Según reconocieron en la declaración indagatoria, su trabajo como contratistas lo facturaban a la empresa Parada Liniers.
“Aportaron información útil para saber cuántas víctimas había, roles y dieron nombres de los arquitectos”, fundamentaron fuentes judiciales. No les cargan rol de dirección sino de ejecución de obra, con órdenes impartidas por arquitectos. Los cuatro tienen prohibición de salir del país y deben cumplir con notificaciones en la comisaría de su jurisdicción.
Muy distinto aparece el panorama para el arquitecto Bonavita, oriundo de General Madariaga. Tiene 55 años y aparece afectado al mantenimiento del establecimiento de diez pisos de altura que, por circunstancias que todavía se desconocen, se redujo a escombros.
Según confiaron fuentes de la investigación, fue quien en las primeras horas de búsqueda y rescate de sobrevivientes se acercó, aportó planos e incluso sumó su esfuerzo a aquel operativo desde su otro rol: es bombero voluntario en su ciudad, que también aportó dotaciones como el grueso de los cuarteles de toda la región frente a semejante emergencia. “No es claro el rol que tuvo al presentarse en el hotel a cooperar con el rescate”, entienden en la justicia.
Su detención fue la última que firmó hasta el momento el juez de Garantías N°6, David Mancinelli, a requerimiento de la fiscal Verónica Zamboni, que encabeza esta investigación por estrago doloso agravado por muerte y lesiones.
Antes había sido el turno de Taquichiri en esto de terminar tras las rejas. Se domicilia en la zona de Ostende, partido de Pinamar, y lo fueron a buscar a partir de testimonios que lo involucran con una obra distinta a la que comandaban los Celso: era a quien le encargaron todo lo necesario para instalar un elevador que iría desde el sector de cocheras hasta la planta del comedor.
Para esos trabajos también llevó a su personal, que rotó durante este último tiempo. Varios de esos que trabajaron con él lo reconocen y describen como un “tipo muy mal llevado”. Y que apenas supieron de lo ocurrido en el Dubrovnik se acercaron a los investigadores para aportar información. “Casi que teníamos que taparles la boca para que paren de hablar”, graficó un alto funcionario sobre esos aportes valiosos para la instrucción judicial.
Para todos los pedidos de detención de los responsables de esas obras argumentó que avanzaron en las reformas hoy investigadas “sin contar con los permisos municipales de obra pertinentes” y con un accionar que califica como “negligente e imprudente”. “Mediando impericia en su profesión”, puntualiza en el caso de Bonavita.
Los testigos aseguran que hasta hace 20 días lo vieron transitar entre las instalaciones del Dubrovnik, aunque había trascendido que en septiembre se habría desvinculado. “La obra se caracterizó por ser algo caótica”, advierten los investigadores, a partir de testimonios y evidencias logradas. “Muchas órdenes, roles poco claros, prohibiciones que no se cumplieron”, enumeran. El resultado fue una tragedia.